Me lo pregunto y lo pregunto a menudo a mis colegas de profesión. ¿Quién inventará el futuro? Ni yo ni mis amigos solemos responder que serán los políticos o la política. Desde luego no la política en el sentido que hoy conocemos, no esa política instalada en nuestros días en los centros de poder de la Administración Pública. La mayoría de estos políticos perdieron la fantasía, la creatividad y la ilusión hace tiempo. Los modos con que algunos ejercen el poder y gobiernan sobre los designios de los países o las regiones nada tienen que ver con la significación de política entendida como fuerza que mueve las naciones, encargada de la realidad, de los intereses y del bien común. El significado de la expresión “política” ha ido cambiando, se ha emprobecido, demasiadas veces se ha ensuciado y hasta se ha convertido en una carrera profesional que permite enriquecerse, eso sí, más rápidamente que en otras profesiones. Es más, su deterioro ha permitido que se convierta en algo accesible incluso para quienes no tienen preparación cultural, intelectual, profesional o incluso humana, por falta de experiencia, proyectos e ideales. Los resultados son lo que son: lo mejores políticos, lo más que llegan a hacer es administrar, los peores crean problemas, despilfarran los bienes de la comunidad o dividen a los ciudadanos en bandos. Sus horizontes son tan limitados que sus miradas alcanzan sólo periodos de cuatro años, o al máximo piensan en cómo mantenerse en el poder. Los ciudadanos recibimos de la política actual una pobre impresión: quien está en el poder vive y trabaja para hacer oposición a la oposición y quien está en la oposición se dedica a ver cómo hacerle pupa a los que gobiernan. Parece que están haciendo de todo menos inventar el futuro.
Hoy en día se hace política y se proyecta el futuro desde los reality shows, desde el cine, desde la música, desde You Tube y hasta desde los videojuegos. Los centros del verdadero poder son desconocidos a la mayoría, pero sus tentáculos alcanzan las multitudes a través de los más variados medios. La sociedad se trasforma poco a poco y en muchos sentidos se deteriora y no se sabe bien por qué y quién impulsa ese cambio. Los botellodromos de los fines de semana son un fenómeno, el aumento del consumo de la droga entre los jóvenes también, y así el bajo índice de lectura, las audiencias de la TV basura…, pero ¿quién lo impulsa y lo controla? Alguien mueve los hilos e inventa un futuro falto de valores, y no es el mismo que los políticos prometen en sus demagógicos discursos. La gente está tan desencantada que ya ni siquiera espera a un líder que pueda volver a ilusionar. Basta pensar en que ha pasado con Obama y como ha ido oscureciéndose su estrella que tanto pareció hacer soñar con algo mejor. El presente no es bueno, el futuro tampoco parece serlo y la política atrapada en intereses, tramas y beligerancias de poder no sabe inventarlo mejor.

por @mbellido

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