Para ser sincero, y aunque no resulte políticamente correcto confesarlo, me viene un ataque de perplejidad cada vez que observo las fotos de los líderes europeos en corrillo mondándose de risa mientras despliegan grandes gestos como hace a menudo el francés Chirac. De qué se ríen no lo sé. La situación de la UE no es para tirar cohetes y parece que sigue dando la espalda a los problemas cotidianos y a los verdaderos intereses de los ciudadanos de Europa. Eso sí, sin hacer caso a esos problemas reales, desde hace veinticinco años se han ido modificando los modelos de vida de los europeos gracias a las presiones de pequeños lobby o a la arrogancia intelectual de determinados políticos. Por otra parte, la historia de Europa se está olvidando a pasos agigantados, se sigue revisando y domesticando a favor de un relativismo que deja la realidad carente de sustrato de valores y de patrimonio, a favor de otras culturas externas que no respetan la nuestra y además nos vienen declarando la guerra desde hace siglos. El pobre euro, esa moneda que sigue dándonos una de cal y otra de arena, no puede ser símbolo de unidad y único cemento que ensamble los trozos de nuestro continente. Se pretende que la Unión Europea sea de los pueblos y de las naciones, pero en realidad, hoy por hoy, es sólo la pobre y grácil unión de una serie de gobiernos, con más o menos capacidad de presionar sobre el resto. Seguir construyendo una UE prescindiendo de sus gentes, de su historia, de su cultura, religión y tradiciones, es pura utopía o simplemente imposición por omnipotencia y mucha gente vive con temor a un porvenir social construido con valores ajenos a su tradición cultural.

También la ONU se ha querido reformar en estos días aprovechando su 60ª aniversario, pero todo ha quedado en agua de borrajas. Otra institución que no se sabe a ciencia cierta a quién representa y quiénes son lo que tienen poder de decidir, reformar y actuar.

Parece que las Instituciones y las Administraciones Públicas se alejan cada vez más de los ciudadanos. Por muy antipática que parezca, esa es la realidad que se percibe. ¡Qué lejos está esa Asamblea que los griegos llamaban εκκλησια, y que fue el primer órgano de la democracia donde los ciudadanos pensaban, dialogaban y decidían las leyes y los decretos!

Es paradójico pensar que gracias a internet los políticos han ido introduciendo de forma progresiva la posibilidad de realizar distintos trámites administrativos que facilitan considerablemente las relaciones Administración-Ciudadano. Aparentemente la Administración se acerca al ciudadano, pero sus representantes parecen distanciarse y no siempre entienden cuáles son sus problemas reales.

El ciudadano necesita que las Administraciones Públicas se modernicen, y que optimicen su rendimiento, pero sobre todo que sirvan mejor a una sociedad que cambia su problemática y modifica sus necesidades. Esto se producirá si los políticos salen de sus ‘despachos-burbujas’ y, en la calle, escuchan a la gente.

Tal vez demasiado obvio, demasiado explícito, demasiado simple. Pero lo cierto es que si algo no empieza a cambiar esos salones de las Instituciones y de las administraciones donde hoy se forman esos corrillos de políticos riendo animadamente pueden convertirse antes o después en el salón de fiesta de algún Titanic en peligro.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com